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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
7 10 2018
Desenterrando Historias por Mercedes de Vega

Habían ido juntos a desenterrar la historia. Relatos de los abuelos y los tíos abuelos que les habían contado, cuando eran apenas unos chiquillos, el drama de la guerra y cómo el abuelo Felipe había perdido una mano en una trinchera excavada justo detrás del Hospital Clínico que no llegó a inaugurarse porque ellos ya habían invadido la Ciudad Universitaria, bajando por la sierra hasta adentrarse en la Moncloa. Fue tan rápido que nadie pudo evitar que Felipe y las tropas del General Varela, escondidos entre la arboleda para pegar tiros y lanzar granadas, se atrincheraran en el Asilo de Sana Cristina.

Así que el abuelo manco les había contado todo lo que allí había pasado durante tres años. Cuerpos que explotaban, heridas sin solución, cadáveres arrastrados sobre la sangre en la oscuridad de la noche para evacuarlos del allí. En fin, todas las desdichas que ocurren en el frente y que uno se imagina aunque no tenga imaginación. Y esa mañana los dos hermanos, con la cabeza emponzoñada de imágenes de una guerra remota que parece que solo existía en la memoria de los abuelos, cogieron el 42 y se bajaron en la parada del Hospital Clínico. Querían tener una prueba, una imagen definitiva del drama, aunque hiciera más setenta años que la guerra había sido sepultada bajo la tierra de la Ciudad Universitaria.

Según descendían por la ladera vieron las moscas pegadas a las paredes de la trinchera en la que se había escondido el abuelo, y si no era esa, seria parecida; de un metro y medio de profunda por la que habían corrido las tropas de la familia, abierta al calor de julio del año 2018 por unos jóvenes arqueólogos que les dieron la bienvenida. Los dos hermanos hicieron fotos con sus teléfonos móviles y acariciaron restos de antigua munición amontonada bajo un árbol, en espera de ser retirada. Habían ladrillos rotos y pedazos de proyectiles, detonadores y algunas granadas. Los arqueólogos esperaban a los TEDAX para que retirasen los artefactos explosivos. Uno de los arqueólogos dijo que en esa trinchera se rindieron los republicanos y que la tierra bajo sus pies estaba horadada por túneles de minas; era una guerra de minas; y que no vivieron mal los últimos días los de allí dentro, los de Franco, porque encontraron botellas de sidra y huesos de cordero. Al abuelo le encantaba el cordero.

Y haciendo fotos y tomando videos uno de los hermanos, el pequeño, cogió una granada para hacerse la foto. Los arqueólogos charlaban distendidos junto a su camioneta. Llegaba un vehículo policial y de él se bajaron unos hombres parapetados en trajes antiexplosivos. Los dos hermanos se daban prisa en pasarse la granada para salir en la foto. Primero uno y luego el otro. El abuelo los vería valientes con la bomba en la mano, sin miedo. Solo era un juego, una sonrisa, un recuerdo.

Uno de los TEDAX le gritó que no se moviera, que no dejara la granada en el suelo, que ni respirara, que esperase al compañero que avanzaba por detrás enfundado en un traje especial. Se lo juró, todo saldría bien, pero la explosión retumbó por la ladera del monte y la historia explotó en pedazos sobre la trinchera en la que el abuelo había pegado tiros en la guerra.

Madrid, 2 de agosto de 2018

Nota de la autora

Este relato fue escrito tras mi visita a las excavaciones arqueológicas dirigidas por el investigador Alfredo González-Ruibal, del CSIC, y coordinador de los trabajos de la Ciudad Universitaria de Madrid, en el monte que se extiende desde la Escuela Superior de Ingenieros Navales y el Hospital Clínico de San Carlos, frente de Madrid en la guerra civil, desde 1936 a 1939.

 

acerca del autor
Mercedes

Mercedes de Vega, Madrid, 1960. Es escritora, licenciada en Sociología y Ciencias Políticas en la UNED y se graduó en gemología por el I.G.E. e hizo un Máster de Gestión de Calidad. Cuando descubrió la escritura, aprendió en varios talleres de escritura creativa, en Madrid. Después, se matriculó en la Universidad Complutense, en el Master de Estudios Literarios. Se inició en la lectura a través de la filosofía, y de las obras de los existencialistas franceses, de Camus, del filósofo Nietzsche, de Rilke y el Psicoanálisis. En los años 70 vivió en Barcelona, etapa en que descubrió la fotografía profesional. Tenía una sección en la revista Flash Photo, y publicaba efectos de laboratorio. En los 80, de regreso a Madrid, se sumó a la movida madrileña. La época fue intensa y musical. En los 90 se fue a Nueva York a trabajar en Merrill Lynch, etapa que le ha inspirado algunos relatos, como “Brotherhood”, publicado en una antología de cuentos. De vuelta a Madrid y al comienzo del nuevo milenio halló una vocación y un oficio en la escritura. Comenzó escribiendo relato breve y más tarde novela. Ha publicado artículos sobre Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti, William Faulkner, Marguerite Duras, A. Camus… Ha sido redactora y colaboradora de la revista de literatura y arte Resonancias Literarias, y miembro del jurado del Certamen Anual de Relato Breve. Su obra como narradora breve aparece referenciada en “El cuento español del siglo XXI”, de la Universidad de Zúrich. En 2009 terminó su primera novela, “Hojas de Bardana”. Ha compilado en un libro dieciséis relatos, bajo el título “Cuentos del Sismógrafo”. Le han galardonado por dos años consecutivos (2013 y 2014) en los Premios del Tren “Antonio Machado” de relato.