Elena y Elisa han perdido a su madre. Luego de algunas semanas de intenso duelo, se vuelve necesario asumir esa ausencia. Al revisar el que solía ser su cuarto, encontrarán un cofre rojo que, lejos de ayudarles a procesar su muerte, les confrontará con una vida silenciada y teñida de violencia.

Así se da inicio a la narración de la recientemente reeditada ópera prima de Karina Pacheco, "La voluntad del molle". A partir de este primer momento, el lector será copartícipe del proceso de reconstrucción de la historia familiar que las hermanas emprenderán a partir de las cartas y fotografías que ocultaba su madre. Mediante este gesto, Pacheco desestabiliza la narrativa oficial de una familia representativa de la clase media cusqueña para evidenciar cómo las prácticas racistas y clasistas, el lado más punitivo y cruel del deber-ser social, sostienen una forma de articular la identidad familiar que, por diversas razones (cobardía, impotencia, desconocimiento), no podrá ser cuestionada hasta que ya sea demasiado tarde.

Karina Pacheco, también doctora en Antropología, afirma que empezó a escribir ficciones “como si ellas fueran la válvula para desentrañar fondos que no podía descifrar”. Mediante una ficción de corte familiar en sus formas, ha realizado una exploración de la desigualdad social que nos confronta no solo con la memoria de la violencia política en nuestro país, sino con nuestra inhabilidad para reconocer los silencios que dan forma a las historias que sostenemos. Si bien la voz de la antropóloga se hace demasiado evidente en algunos diálogos (sobre todo aquellos que lidian de forma más directa con problemas sociales como el racismo), estos deslices, superados en su obra posterior, no implican una voluntad por afirmar verdades: la novela insiste en articularse como un espacio de reflexión, de sugerencias desestabilizadoras.