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Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
20 10 2001
"Alberto Guzmán: una búsqueda de transparencia en escultura" por Héctor Loaiza
Buscador infatigable, espíritu amplio y curioso, pretende que su arte sea tan verdadero y tan cambiante como la misma existencia. Así, como todo organismo se alimenta de su entorno, las esculturas de Guzmán sólo encuentran la plenitud a través del espacio que las rodea y las envuelve..." El crítico y poeta peruano, Julio Ortega, en un artículo elogioso a raíz de la muestra de Guzmán en el Instituto de Arte Contemporáneo de Lima en 1965, comentó: "Dando la forma a la chatarra, Guzmán se nos aparece como un artista necesariamente lúcido. Sus elementos de trabajo son harto simples: sencillas plaquetas cuadradas y casquetes le sirven para poblar sus circunferencias simbólicas, forjando un universo a un tiempo vivo y oscuro. (...) De primera impresión, estamos ante objetos extrañamente familiares que nos conmueven con su misterio quebrado y violentado para nuestra contemplación..." En el mismo año de 1965, de vuelta a París, la exposición de Guzmán en la galería Davray fue comentada por Denys Chevalier: "Desde hace muchos años, en sus obras de metal soldado, Guzmán plantea un problema plástico particular: el de alcanzar la unidad escultural a través de la repetición de ciertos elementos formales. Además, su expresión está sensibilizada por una especie de vibración orgánica de las superficies (...). Guzmán nunca utiliza elementos formales prefabricados, ya hechos. Así, cuando toma una placa metálica no se sirve tal cual es. Sino que la destruye, la corta, la descompone..." De 1960 a 1975, Guzmán se inspira en la tensión de los volúmenes opositores: alusión expresa a los dos bloques antagónicos o a los dos hemisferios. Con la escultura metálica, tenía más libertad para obtener espacios en tensión, soldando o agregando, ensamblando los elementos, que mostraban las vibraciones del espacio y de la materia. En sus esculturas con bronce pulido estaban integrados los casquillos. El trabajo de pulido de sus piezas metálicas no era para añadir un ornamento a sus obras, sino para que el espectador se reflejara en él. Se observa una ligera influencia del arte preconizado y practicado en esa época por el Grupo de recherches d'art visuel (GRAV) de los argentinos Julio Le Parc, Horacio García Rossi, Francisco Sobrino y otros artistas latinoamericanos. Conocidos por sus búsquedas sobre las variaciones de la luz, las progresiones, los fenómenos de superficie, las mutaciones de estructuras, las proyecciones, las luces giratorias y el neón. Está también el sentido de la mise-en-scène, de la escenificación, relacionada con el movimiento y que invita al espectador a participar de algún modo en ese juego con la obra de arte y la realidad. Después de haber utilizado el bronce, el acero y el aluminio, Guzmán expuso por primera vez una escultura de acero soldado, "Gran Tensión Blanca" en la Bienal de Carrara en 1969. A partir de 1975, utilizó el mármol (con la habilidad manual del artesano) con el cual lograba dar formas originales a una serie de "Estelas". ¿Cuál es la explicación de que se haya consagrado a dar forma al mármol, materia artística y clásica por excelencia? Guzmán se interesó en la transparencia, como un intento ambicioso de integrar el espacio en la escultura. No un espacio que envuelva a la obra de arte como un estuche, sino que haya una relación de interpenetración entre ambos. El escultor peruano propicia entonces la relación lúdica entre el espectador y la obra de arte. Entre el sujeto, la escultura y lo real. Gaston Diehl escribió en la presentación de la obra de Guzmán para la Bienal de Venecia de 1984: "Véanlo allí aplanando sus volúmenes, modificándolos por completo en el sentido de la serenidad que perturba la esencia misma y la justificación de empleo de una materia considerada fundamentalmente o tradicionalmente pesada, densa, opaca. Invirtiendo la situación de manera paradójica, (Guzmán) se ingenia en otorgar a las masas pesadas que las ha adelgazado disponiéndolas en equilibrio inestable en su base como prestas a levantar vuelo... despiden además una radiante luminosidad." Un hueco en una escultura esquimal, según el escultor peruano, o en una obra de Henri Moore no está fuera de la escultura sino que forma parte de ella. Guzmán encontró en el mármol como materia las soluciones a un volumen cerrado, a la manera del francés Jean Arp o a la del excelente escultor francés de origen rumano, Constantin Brancusi, como un volumen cerrado con la cualidad de penetrar en el espacio. Más tarde en ocasión de la muestra en Grenoble, en 1989, Françoise Verger comentó: "Es a la vez una impresión de fuerza y tranquilidad que se desprenden de las esculturas de Guzmán. Primero, porque el mármol blanco que tanto le gusta esculpir está afinado, estirado, en un sabio trabajo de pulido. Pero también recurre a los contrastes: combinar el negro con el verde translúcido del ónix sin pulir, poner un delicado desorden en las superficies lisas para dejar aparecer las estrías, los rayados o los jaspeados como si tuviera la intención de acabar con la impresión de lo infinito..." Pierre Restany, gran crítico francés, escribió en el catálogo de la exposición de las obras de Guzmán en el The Moran Open-Air Museum de Seúl (Corea del Sur) en 1994: "El gesto del escultor es el alma de su estilo. El diapasón de su aproximación a la materia, y el gesto, uno de los primeros de la expresividad humana, es la marca soberana de su identidad, gran tallador de piedra y cómo le gusta el mármol. El gesto de Guzmán es portador de transparencia y de luz. Desde hace treinta y cinco años no ha cesado de mostrarlo, cuando partió de su Perú natal para venir a trabajar en París, treinta y cinco años que los ha consagrado al esfuerzo más imperativo: Hacer brotar de la materia inerte el soplo luminoso del impulso vital. ¡Qué hermoso equilibrio físico en la concentración de energía..." En una época como la nuestra tan proclive a las raíces, podríamos caer en la tentación de limitar el arte de Guzmán en su condición de peruano de la costa norte, habiendo tal vez admirado durante su niñez y su juventud los restos arquitectónicos de la gran civilización Chimú. Pero no se puede explicar su obra, por el solo hecho de su identidad peruana. Sería también desconocer el hecho de que Guzmán vive desde hace más de cuarenta años en París, integrado al ambiente artístico, con una gran facilidad y también seguridad, siendo un artista convencido de la trascendencia de su obra. Señalemos ese deseo suyo de poner al desnudo los defectos internos del mármol, resultado natural de la actividad telúrica del pasado terrestre, como si sugiriera al espectador de dar importancia a esas instantáneas de épocas pretéritas. Para la exposición en L'Espace d'Art Roquefeuil-Pallade, en París y en 1997, de sus esculturas y relieves, el crítico francés Patrick-Gilles Persin escribió en el catálogo: "Hoy, sus formas esculpidas adoptan aspectos monolíticos que se juntan a ciertos resurgimientos arqueológicos, aparentemente. Bloques redondeados con huellas singulares que se abren hacia diversas búsquedas, cuyo poder es significativo, fácilmente leíble para mostrar desde ahora una versión de observaciones innovadoras..." En 1999, expuso en La Maison de l'Amérique latine de París sus esculturas, relieves y dibujos que evocan las diversas modulaciones en el mármol, resultado de largos años de esfuerzos y búsquedas. La conservadora del Museo del Louvre, Geneviève Monnier ha escrito en la presentación: "Es la utilización del mármol que ha orientado Guzmán, habiendo abandonado por un tiempo el trabajo con el metal, hacia otro modo de expresión como es la transparencia, desafiando la resistencia del material, trabajándolo y afinándolo hasta llegar al límite de la quebradura, de la grieta. Alcanzando esta ligereza última de la materia, Guzmán puede realizar todos los juegos de sombras entre los diversos espesores de los relieves trazados en el bloque de mármol: juego entre los huecos y las crestas, juego óptico entre las partes convexas, juego entre lo negro de las cavidades y los blancos de las salientes." Sus esculturas de metal y de mármol alcanzan una trascendencia universal, pudiendo ser admirados por diversos públicos, de todas las latitudes.
acerca del autor
Héctor

Alberto Guzmán (Vichayal, en la costa norte de Perú, 1927). Cursa estudios secundarios en Lima y después estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de 1949 a 1956. Tras haber participado en exposiciones y recibido el Premio Nacional de Escultura en 1958, es becado por el gobierno francés para seguir estudios en París. Se casa con Brita (hija del artista francés Emile Compard) en 1960. Durante los años sesenta y setenta expone con los cinéticos latinoamericanos. Participa en las Bienales de Venecia, Budapest, Carrara (Italia), Trujillo (Perú) y en la FIAC de París. Expone en Lima, Caracas, Bruselas, Inglaterra, Roma, Mónaco, Nueva York y Seúl. Reside y trabaja desde 1972 en Nogent sur Marne, cerca de París.