Viernes 26 | April de 2024
Director: Héctor Loaiza
7.251.310 Visitas
Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
resonancias.org logo
157
Poesía
2 1 2020
Sensación de extrañamiento en los poemas de Luis Gil Garcés

ODE AD MORTEM STELLAE

¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Heme aquí perdido entre mares desiertos

Vicente Huidobro. Altazor, canto II

¡Oh gran estrella!, que al dormir moraste
dulzor, de luz lejana
numen celeste, rústica y hermana
que a la luna en tu seno acariciaste
por tu lirio infinito
mi pecho en ti cansado
quedó, fugaz de primavera, al mito
como el otoño, iluso, abandonado
así, leona, que en la sombra eres
con la memoria, dulce y tan venero
mar y averno sincero
que ahora, lírica en tu sol ya quieres
todo canto, gozoso, en ti escrito
¡cándido rayo, ya inmortal, tirano!
¡OH! ¡qué decir! ¡Tú, madre del gitano!
que amor de liras oras
al son, buenaventura
del río y la locura
como el errante, como cuando lloras
al misterio del alba
que circundó, del cruel ajuar, la salva,
la soledad que en ti colmó pasión
¡OH! tú, fiera,
prisionera,
marfil, constelación
que en honda música y azul canción
¡Tomas muda! y ¡tan pálida!
¡Ora fuerte! ¡Ora cálida!
de honrada muerte, de la dulce sombra...
que ayer
¡OH mujer!
dijiste ¡Ay cuán amante
fui, de alma pródiga, corcel viajante!
y ahora que el recuerdo ni te nombra...
¡OH placer!
¿Ni eterno es tu sepulcro
que en frágil flor fue pulcro?
¿Ni aquel sol
caracol,
que del poniente el sueño fue un instante?
¡OH! lucero ¿y dirías que, si veo
el sueño de tus ojos, espejeo?
¿O por qué escribir si ayer te fuiste?
¿Y cómo declarar lo que no viste?
¡OH! relámpago, azul, sol transformada
¡OH! corazón, amada
que al universo el céfiro decora
Serás pues musa, ahora
que en la pupila del espejo juega
trémula y tan cansada
la blanca bruma... ¡a ti tan muda y ciega!"
¡Tú! mi febea, suave travesía
letra encarnada que al oír ya ardes
como el aliento, cual ancianas tardes
al elixir, de ebúrnea armonía!
¡OH! color
gran amor
¿serás pues los bosquejos, alegrías
que dibujó la muerte que querías?
no lo sé
no lo sé...

 

 

TE HE VISTO SENTADA...

Te he visto sentada,
con las hojas derramándote
con tus piernas fundiéndose en el olor de un árbol
allí, yo, inquieto en mi timidez
me acercaba, a ti,
como la sonrisa sometida ante una ventana
de pronto, en el secuestro
de nuestros labios se nos dice: ¡sin ambos!
Y para el placer de la tierra
del árbol, a él nos tornamos.

 

 

EL AVE

El ave de alas de cacerola
voló destripándose el pico
hacia una cubeta de gas envidioso

El ave sintió su muerte
en el nacimiento de los siglos
su pico sangró lleno de selva

Y el ave conoció el mar
cuando su vida era pescado
y sus plumas chocolate derretido

 

 

INICIO de manantial.
Te conozco, me callas,
Casi como si
naciera un tambor,
y nacieras. Casi a tu piel,

a tu piel de isla.

Busquémonos.
Hay Hijos.
Hay delirio, no hay delirio.
Hay dioses mendigos.

Hay Bocas.

(Del libro Aro de Madera)

 

 

EL ÁRBOL imita al abuelo.

Elabora hartazgos,
coros.
Tumbas a las estrellas.

Y sus cimientos miran.
Y sus manos miran.

Sus frutos reparan aquella inocencia.
ESPÍRITU, abre para mí la boca.

Hosanna de los múltiplex, conforte
y expulsión:
Verde, Vacío en la nariz.
En pausa; con las siete puntas
caminando,
caminando el fuego.

Hazme un temor.
Tras una caravana; desde tu Pascua:

Desde tu luna acabóse.
Acábame
tu carne.

(Del libro Aro de Madera)

 

 

SEGUNDO DIÁLOGO:

Una tranquilidad, un hola, una culpa…

CRÁNEO Y SOLEDAD, tractor de pequeños focos,
a mano, a la medida de un color:
El mar…
porque tan lejano… a cuenta de sus toneladas.
Como un cubo y el arrojo de un león
que abre,
levanta, recoge y ya no sigue vomitando,
Porque antes del encuentro
hay un separadamente amparo, un segundo al rótulo
que recrea pedazos,
a nuestra flor, (a la que no llamaré ciudad)
a la que tanto amas, a la que miente su sexo.
—siempre vegetal.
Ya que demandas un eslabón macho, frondoso
un extendido permiso:

Una tranquilidad, un hola, una culpa…

Como pies diminutos: Y una fruta en el labio.
Una oreja en el plátano,
en la cascada un limón.
Árbol y en el sitio que hay un destello, verde y él,
el extrañado Orfeo,
que se hace de rogar,
que se repone para echarnos una mirada.

Una tranquilidad, un hola, una culpa…

(Del libro “Del Sol contra Saturno”)

 

ROMA circa. 421
“OTRA TIENDA DE SUEÑOS”

Así el amor cuando era, me impedía: preso,
con su sal.
Destruyéndome, me permitía volver a vivir.
Con sus abanicos desde lo poco,
cuando en el tambor cae una flor.

 

 

CONSTANCIO III
Dixit:

Preparen un día, preparo a la mujer de la noche.
Con brusco amanecer, con cruces retenidas al color
del rechazo y el nerviosismo, como aplastante victoria.
Y la niñez atrapada de por vida en una vejez solícita.
Así el amor era un pétalo de terrestre palidez.
Con la retama y el rombo en bárbaro celo encadenado,
nuevamente, con odio difuminado.
Cuando era, en ruido seco, sin levantar,
en espera de levaduras, con mis ojos en el vértigo de unos puntos.
Todos ellos me minaban de azul turquesa.
Las estrellas me hacían dar agua a las flores.
Por eso me impedía: preso, sin detener mi exilio.
Con una pasión examinada y demolida con su sal.
¿Estás destruyéndome?, OH amor
¿Por qué me permites volver a vivir?
Estaba tan tranquilo en el seno de la tierra.
Escribía las raíces que iba a comer la preparada nube,
mi preparado afluente, ¿Por qué?
Me decías: Partimos entre ázimos y ceras.
Cuando en el tambor gris.
Cae una flor. Cae con sordera. Cae esta muerte   

 

 

NAVÍOS EXTRAÑOS QUE SE DISEMINAN ENTRE LOS ÁRBOLES.

Así se traza el tatuaje de los astros.
Su agua se construye. Y es casi olorosa…
Por poco, un atropello…

(Poema inédito).