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Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
16 1 2001
"Mauro Mejiaz, artista visionario" por Héctor Loaiza
Su pintura se caracteriza por un procesamiento inédito del color, una fineza y una minucia para trabajar sus motivos. Sus colores son etéreos y transparentes, a veces violentos, como si el inconsciente se manifestara, pese a su completo dominio de sí. A lo largo de su existencia, Mejiaz se impuso una vía espiritual, de rigor y meditación, para ponerse a la altura de los temas visionarios evocados en sus lienzos. Y para terminar mi homenaje —ya lo dije en un artículo publicado en 1981 en varios diarios latinoamericanos—, la obra de Mauro Mejiaz, contemporánea del inicio de la odisea espacial, biológica por su inmensa curiosidad en el microcosmos celular y al mismo tiempo cósmica, nos anunció desde los años sesenta el arte virtual, los hologramas, anticipos de lo que ya es y será la plástica del siglo XXI. El pintor venezolano nos ha dejado en setiembre del año 2000, en su morada-taller a ochenta kilómetros de París. ¿Quién era ese artista que tanto sorprendió a la crítica? Vio la luz primigenia en Biscucuy (Venezuela) en el primer día del signo de Sagitario y en el año de 1930. Desde muy temprano, empezó a dibujar en los papeles que encontraba a su paso y en todas las superficies, dándose una meta, la de ser pintor. Llegó más tarde hasta las aulas de la Escuela de Bellas Artes de Valencia, en la que fue alentado, ayudado y adoptado por el maestro Braulio Salazar. En sus primeras obras de juventud, Mejiaz recibió las influencias del Bosco, de Renoir, Dalí y Tanguy. Obtuvo una beca del gobierno venezolano en 1964 para seguir estudios en París. En la ciudad luz, sintió la necesidad de metamorfosear su arte, desembarazándose de las obligadas influencias juveniles, renunciando paulatinamente a la figuración y asumiendo una vía artística muy original. Ahora que ya no está entre nosotros, habiéndonos dejado una abundante obra —conservada gracias a su marchand y amigo, Antonio Rodríguez de Caracas—, debemos adoptar otra lógica y nuevas nociones espaciales y temporales para valorar su trabajo en la plástica posmoderna. Las percepciones plasmadas en sus lienzos están de acuerdo con las novísimas teorías espacio-temporales y los dominios de conciencia. Las extrañas cavernas, los antros oníricos y los laberintos son injertos entre lo orgánico y lo tecnológico. Sus cuadros, pintados con paciencia y dedicación, reflejan una ósmosis entre lo maravilloso y la materia orgánica. Se constatan dos movimientos en sus composiciones, un descenso hacia la conciencia celular que se manifiesta a través de formas-organismos que se transmutan, y una elevación intuitiva hacia campos semánticos del macrocosmos que no obedecen a leyes físicas conocidas: Hidras de múltiples tentáculos desplazándose bajo las vibraciones de una fuente fundamental de luz, astros ventosas injertándose con paisajes de otros mundos, nebulosas que estallan, acoplamientos de naves-organismos, seres clónicos, quimeras...
acerca del autor
Héctor

Mauro Mejiaz (Biscucuy, Venezuela, 1930). Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. De 1950 a 1964, participa en muestras individuales y colectivas en su país. En 1964, fija su residencia en París, donde expone en salones, bienales y, entre 1964 y el año 2000, en Bélgica, Alemania, Austria, Suecia, Venezuela y los EE.UU. Recibió el Premio Nacional de Pintura de Venezuela. Falleció cerca de París en septiembre del 2000.