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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
23 5 2002
"Cantos tradicionales y voces de mujeres" por Sandra Bessis
Cancionero, romancero... Los cantos judeoespañoles están vivos, son testimonio de una historia extraordinaria, de una historia de exilio y una vieja fidelidad de casi cinco siglos. Están vivos porque las voces de mujeres, a lo largo de esta gran travesía en el tiempo y el espacio, les han permitido perpetuarse, la voz de la madre en el oído de la hija, de comunidad en comunidad, haciendo y deshaciendo, tejiendo pacientemente hasta el infinito los hilos de la memoria y de la nostalgia. Se trata de una idea arraigada en esta tradición: a través de la fidelidad a la Historia y al pasado surge un impulso nuevo, vigoroso, de generación en generación. 1492: cae el Reino de Granada: fecha emblemática, fatal conclusión de la "Reconquista" iniciada siglos antes; es el tiempo de la ruptura, del paso de un mundo a otro. Es el comienzo de un nuevo éxodo para los judíos de España que se dispersarán en el mundo mediterráneo. Tánger y Salónica, Estambul y Andrinopla. Tetuán y Sarajevo donde el sol pega fuerte como allá, ese país que fue preciso abandonar porque así lo decidieron los reyes. España se aleja, Andalucía se perdió en los siglos que pasan lejos de Sefarad*. ¿Qué cosa queda del tiempo esplendoroso? Queda la lengua, el español, el "judezno" que es la lengua del intercambio, de la liturgia y del hogar... Queda la poesía, la música y los cantos que hablan de amor, los que escuchan los niños en sus cunas, los que dan el ritmo en el año las alegrías, las fiestas y los duelos. Las mujeres son las guardianas de esta tradición. No saben leer -es muy raro -, no van a la sinagoga, están confinadas a la esfera doméstica, tienen muy poca libertad. Por eso cantan en esa lengua que habla del tiempo pasado, la lengua de su vida cotidiana, cantan las historias increíbles que han oído de su madre, de su abuela que los ha oído de su madre también... Poemas épicos, relatos sobre los conflictos entre moros y cristianos cuando la reconquista, intrigas de palacio, escenas bíblicas, relatos de cautiverio, grandes descripciones sobre el esposo que retorna al cabo de innumerables guerras: tales son los temas del romancero. También, el eterno desfile de amores contrariados, incestuosos o adúlteros con su secuela de mujeres asesinadas y hombres seductores... La mujeres son la memoria, los libros que cuentan la vida, son vientos de mar adentro. A veces, es necesario un poco de simplicidad... Entonces cantan recetas de cocina, las innumerables maneras de cocinar, por ejemplo, la berenjena... Y de cómo hay que soportar a la suegra siempre presente, que vigila lo que hace la pareja...¡Mi suegra la negra! Entonces cantan para liberarse de todo mal... Y, también, para advertir a la hija de los peligros... "El amor es engañoso, ten cuidado del joven que ahora te seduce, en el futuro te hará infeliz ¡Me ha pasado lo mismo! ¡Ten cuidado hija mía querida! Miles de advertencias de nada han servido para razonar a las jóvenes enamoradas, pero queda la voz de la madre y las palabras oídas desde que somos niñas... Los cantos judeoespañoles se transmiten gracias a las voces femeninas. El instrumento en sí no es importante. Cada intérprete lo crea desde la fuente, esta fuente ornamentada con los melismas que vienen de la tradición musical del Oriente. Estos cantos, unidos por un hilo invisible, reflejan el alma del pueblo, como ese que según García Lorca hablando del Cante Jondo, "nos une al impenetrable Oriente"... * España en hebreo. (Texto traducido del francés por Miguel Rodríguez Liñán).