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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
7 5 2004
“Bricolages, residuos culturales, rastros urbanos y textos fotográficos” por Jaime Cerón
Negociar con la realidad de “lo real” es una proeza que suele adquirir proporciones titánicas cuando sobreviene la precariedad económica. En ese sentido, individuos, grupos humanos y comunidades enteras en el tercer mundo, ven abocada su supervivencia a la posibilidad de recurrir a estrategias primigenias de transformación de la materialidad de sus contextos inmediatos ante la ausencia de otros sistemas de transacción simbólica y económica. Estos sujetos están reescribiendo la propia génesis del pensamiento humano en relación con el universo concreto de su experiencia cultural que a diferencia de la de los pueblos primigenios, está altamente saturada de representaciones. Nuestro antepasados más remotos, colonizaron su entorno natural, con proyecciones, saberes y destrezas que les permitían intervenir cada vez de forma más sofisticada en aquella realidad concreta que los precedía. Esta forma de conciencia es muy cercana a la que tuvieron los artistas que dieron forma a la vanguardia histórica de comienzos del siglo XX, que necesitaron actuar sobre o contra un campo, que parecía estar estructurado de antemano, y que no era otra cosa que “la institución arte”. Estrategias formales como el collage, el readymade, o ensamblaje en las primeras vanguardias, o el performance, la instalación y el video arte en las segundas, tendrían como denominador común su poder para intervenir sobre sistemas de valor preexistentes. La palabra que el antropólogo francés Levi Strauss aportó para el análisis de este tipo de principios comunicativos fue la de bricolage que involucraba a la vez procedimientos materiales y conceptuales de resignificación y refuncionalización de toda suerte de hechos y artefactos. El nombre del colectivo conformado por Pablo Adarme, Sandra Mayorga y Carolina Salazar alude a esa práctica cultural en dos niveles. Inicialmente, su tarea consiste en realizar expediciones por diferentes ámbitos de la ciudad, que tienen como fin analizar y documentar las ingeniosas y elocuentes soluciones que se abren paso dentro de la informalidad laboral que caracteriza nuestra economía Bogotá parece emerger de un sin número de relatos soportados por discursos diversos e incluso antagónicos que se hacen visibles en las maneras de apropiación del espacio público. Estas “salidas”, emprendidas por “nuestros” vendedores ambulantes conjugan relatos entrecruzados de funciones actuales y pretéritas -de los objetos o materiales utilizados- que hacen visibles necesidades específicas. En ese sentido es común para ellos “improvisar” la movilidad de sus puestos de servicio a través del ensamblaje de diferentes elementos provenientes en muchos casos de ambientes domésticos. Una segunda tarea que lleva a cabo el colectivo Bricollage, es la resignificación, o bricolización (si es que este término es permitido) de esos bricolages “originales” a través de la fotografía. Este proceso conduce un tipo de realidad socioeconómica y cultural marginalizada en el centro simbólico de otra realidad, hegemónica y formal, representada por una entidad cultural francesa.

Bogotá, marzo de 2004

acerca del autor
Jaime

Jaime Cerón estudió Bellas Artes e hizo una maestría en Historia y teoría del arte, la arquitectura y el diseño. Se desempeñó como profesor de Bellas Artes en diversas universidades de Bogotá. Fue también jurado en la selección y premiación “Ventana 2000” de la Embajada de Francia y en la VII Bienal de Arte de Bogotá del Museo de Arte Moderno. Colabora en diversas publicaciones de arte colombianas.