(Este artículo fue publicado en la revista arte Art Press de París, en el número correspondiente a mayo de 2004) Jean-Luc Chalumeau nos presenta la crónica exhaustiva de una figuración francesa que, desde los años cincuenta, tarda en encontrar su lugar en la escena internacional. No es por una falta de reconocimiento intelectual: los catálogos de los Rencillac, Fromanger, Monory, Velickovic, Adami, Chambas, Cremonini y otros tuvieron prefacios en su tiempo de Debray, Deleuze, Foucault, Derrida. ¿Cuál fue el error de los artistas figurativos reunidos bajo la batuta del crítico Gerald Gassiot Talabot? Haberse encerrados en una actitud antiimperialista que les aisló del mundo anglosajón donde se hacen las cotizaciones y se fabrican las reputaciones. Los artistas franceses no cesaron de cultivar una pintura militante que identificó plenamente con mayo de 1968 (los famosos anuncios del “Taller Popular”) se rebelaron abiertamente contra el belicismo yanqui (Sala Roja para Vietnam, 1969), nunca cesaron de desafiar al poder: manifestación del Frente de los Artistas Plásticos contra la exposición “Doce años de arte contemporáneo en Francia”. La figuracion francesa se pretende “narrativa” en el sentido en que reintroduce la temporalidad en el espacio del lienzo. Pretende ser también “crítica”, al denunciar el antihumanismo de nuestra “Nueva Edad Media”. “Revolucionar la pintura, es pintar la revolución”, nos dice Fromanger. Produciendo las “mitologías cuotidianas”, los artistas figurativos desmistifican los señuelos y los prejuicios, a la manera de las “Mitologías” de Barthes. ¿Cuál es su iconografía? Una línea simplificada de tipo historieta, una luz de película de serie negra, un cromatismo de negativo fotográfico. Entre el pop norteamericano y el “pop” francés, sin embargo no tiene nada que ver. El primero es una indexación de iconos mediatizados. El segundo reactiva la “ut pictura présis” y rehabilita el oficio. El libro de Jean Luc Chalumeau tiene el mérito de disipar la amalgama. Fragmentos del artículo “Historia de los figurativos comprometidos” por Harry Bellet, publicado en Le Monde del 23/04/04 … El interés del libro de Jean Luc Chalumeau es que no lo es. Lejos de contentarse del único movimiento de la “figuración narrativa”, nacido en julio de 1964 con la organización por el crítico Gerald Tassiot-Talabot de una exposición “Mitologías cuotidianas”, el autor se interesa también en las tribulaciones del Salón de la pintura joven y en la “figuración crítica”, sobre los cuales sigue a los actores hasta nuestros días. E inscribe todo, se ha visto, en el contexto más amplio de la pintura política salida del realismo socialista preconizada por el Partido Comunista Francés de la posguerra. (…) El libro adopta la forma de una crónica. Empieza con la muerte de Stalin y la Exposición del Salón de Otoño, “Civilización Atlántica”. Ese es otro interés de la obra, el de ser refutable: se puede no compartir sus límites cronológicos. (…) A lo largo de su carrera de crítico, Jean Luc Chalumeau, mantuvo relaciones con algunos personajes de su libro: por lo menos todas las piezas del debate han sido planteadas. Comenzando por el encuentro en París de jóvenes de horizontes diversos, como el francés Bernard Rancillac, el islandés Erro, el haitiano Télémaque, el español Arroyo, el alemán Klasen y otros que hemos olvidado… (…) Pero [esos artistas] tienen un compromiso radical, que tuvo su apogeo con la creación del “Taller Popular” en la Escuela de Bellas Artes de París en 1968. Es ahí donde se han producido de una manera anónima, los carteles que hicieron bailar París, hasta el 27 de junio, cuando “la policía se muestra en Bellas Artes y Bellas Artes se muestra en la calle”. Ah, la policía… La de la moral que denuncian los Malassis en ¿Quién mata?, ilustrando el suicidio de Gabrielle Russier, culpable de haber amado. La de los patrones, responsable de la muerte de Pierre Overney, militante sindicalista, en cuyo entierro, el artista Maurice Matieu consagra un lienzo de cuatro metros de largo. (…).