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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
1 10 2004
La escultura inventiva y lúdica de Armando Varela, por Catherine Mackay
En “Tú y Yo”, Varela juega con una expresión espontánea pero geométrica, utilizando fierro soldado y pintado en amarillo. La obra mide 6 metros de largo y 2.50 metros de altura y está realizada en metal. Actualmente se encuentra en los jardines de la residencia universitaria. Está compuesta de dos figuras retorcidas. Un doblaje en curvas armónicas expresa una relación afectiva entre ambos, representando los principios masculino y femenino. El color amarillo simboliza la fuerza vital, el sol, la luz. A Varela le gusta jugar con la forma, el espacio, la luz y la sombra, lo que se manifiesta en esta obra. En su carrera de escultor ha realizado numerosas exhibiciones en Lima, México, Argentina, Londres, París, Dinamarca y Malta. En Malta ha participado en dos Bienales de Arte Internacional, donde se le ha otorgado un premio. En Lima sus obras han sido expuestas en muchas instituciones, entre las cuales citaremos el Instituto de Arte Contemporáneo y el Museo de Arte, y en su ciudad natal ha ganado premios de Esso International y de Adela Investment. En París, ha participado en el Salón de la Jeune Sculpture y en Londres, en varias ocasiones, en la Summer Exhibition de la Royal Academy, como también en una galería de Cork Street y en el Pride of the Valley Sculpture. Hace tres años, el Sculpture Garden en el parque de Burghley House en Stamford adquirió una de sus obras para su colección privada. Como destaca el maestro peruano, Manuel Ugarte Eléspuru en su libro “Pintura y escultura en el Perú contemporáneo” (publicado en 1970), antes de partir para París, Varela modelaba figuras elegantes y finas en las cuales se nota claramente la influencia de Roca Rey, pero volvió entusiasmado por la escultura metálica. Ha llegado a dominar esta disciplina con certeza, energía y espontaneidad. José Antonio Bravo (en un catálogo de 1988) ha escrito: “Armando Varela es un escultor efectivamente del siglo XXI. Hace una escultura difícil porque él está inventando un nuevo código dentro del mensaje consabido del expresionismo espontáneo”. Sus años en St Martin’s fueron decisivos, impulsándole hacia un trabajo abstracto en fierro soldado, en un ambiente donde las influencias predominantes eran las del gran escultor inglés Anthony Caro, como también de Philip King (ahora Presidente de la Royal Academy), William Tucker (autor de “The Language of Sculpture”), David Annesley y Tim Scott. En la escultura de Varela se identifican dos tradiciones: la abstracta anglo-sajona y la figurativa latina. Un comentario que se hace con frecuencia sobre su obra es el encuentro con lo inesperado. Concluimos con las palabras de Bruce Gernand, actualmente profesor de escultura en Central Saint Martin’s, escritas para el catálogo de una exposición de las obras de Varela realizada en Londres: Las esculturas en esta exhibición tienen una estrecha relación con un lugar específico, un espacio físico y una historia. Esta exhibición de cierta manera conmemora la presencia y el papel de Armando Varela en dicho lugar. Saca una conclusión, marca el final de una época, pero a la vez señala senderos y posibilidades nuevos y distintos. Durante dieciocho años, Armando Varela supervisó y trabajó en el taller de escultura metálica en Central Saint Martin’s College of Art and Design, un lugar tan famoso como incómodo, dependiendo del tiempo y de la perspectiva. Muchos estudiantes han pasado por este taller oscuro y subterráneo, con sus vínculos elementales con la fragua, con Hefesto y con la mugre de fabricación. Y no sólo eran los estudiantes de escultura los que venían, algunos de ellos convencidos de que éste era el dominio de la escultura y otros que habían sido mandados en grupos desde arriba para participar en algún proyecto raro y surreal del primer año, cuyo programa incluía también el aprendizaje de la soldadura. Venían otros también, estudiantes de paso como también pintores, cuya obra podía requerir alguna pieza de metal muy específica, para quienes era un mundo arcano dentro de cuyo misterio se podría encontrar la solución a un problema práctico. Varela era un punto clave en toda esta variedad de actividades y existen muchos artistas actualmente que han sacado provecho de su ayuda y que han aprendido con él. Los lugares evolucionan, y surgen diferentes energías que se evaporan y se vuelven a configurar. En medio de todo este cambio aparece Varela como una referencia constante. Pero en un momento como éste, cuando reconocemos la turbulencia del ambiente pero también la detenemos momentáneamente con una exposición que nos permita reflexionar, vemos que Varela formó parte, mediante su creatividad, de una parte de esa corriente, ya que durante todos esos años siguió dedicándose a su propio trabajo, y aquella dedicación ha producido esculturas extraordinarias. Y ahora que ha llegado hasta aquí la luz de ese espacio, las podemos observar de nuevo y valorar su variedad e invención, su encanto y su ludismo. La materia siendo lo que es y mucho más es una paradoja insistente explorada y celebrada en esta obra. Existe una reciprocidad entre el ojo y la mano. Me imagino a Varela interesándose por la materia - un haz de barras de fierro limpio o una configuración fortuita en el montón de chatarra, una figura recortada que ha sido desechada, una confusión momentánea de la materia en sí y la mano del artista explorando con destreza el territorio que fascina al ojo. La urgencia de estas acciones combinada con una facilidad de habilidades nos da la llave para penetrar en un mundo distinto, hecho de decisión, sensibilidad, juicio y duda. Y las esculturas nos presentan este mundo. Y aunque las esculturas sean abstractas y participen en esa tradición especifica (la de Saint Martin’s), se siente la influencia de otra fuerza opuesta, que viene de más allá en la historia de Varela: su trabajo con la figura. Las alusiones a ello no están lejos, ya sea implícitamente en las acciones del cuerpo en formación o por medio de referencias más formales y manifiestas por la manera en la que la escultura esta parada o agazapada, pero siempre existe el sentido de esa energía residual del cuerpo. Habiendo visto tanto y presenciado la repetición del ciclo de debate una y otra vez, no sorprende, el hecho de que exista también un elemento de parodia lúdica: ¿la madera está pintada para que parezca fierro? ¿o es al revés? Pero estas ironías, curiosamente, animan una mayor implicación. Por supuesto, a estos objetos se les podría denominar ejemplos de un concepto de escultura que, a pesar de ser limitado, también es muy fértil: es decir, los podríamos contextualizar. Lo que me parece aún más interesante es poder identificar la travesía del artista en un paisaje especifico por el cual se hallaba caminando y cómo, por medio de su acción y de su trabajo, esto llegó a ser su camino elegido, y las huellas que ha dejado afectan la manera en la que percibimos el terreno.
acerca del autor
Catherine

Armando Varela nació en Lima en 1933. Estudió escultura durante ocho años, bajo la dirección de Joaquín Roca Rey en la Escuela de Bellas Artes, graduándose en 1960 con Medalla de Oro. Ganó una beca prestigiosa del gobierno francés para pasar un año estudiando en París, en l’Ecole des Beaux Arts. Volvió al Perú donde enseñó escultura de 1964 a 1965 en el departamento de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería. De 1972 a 1973, estudió escultura en Saint Martin’s School of Art en Londres, donde también formó parte del personal docente desde 1979 hasta 1998. Actualmente reside y trabaja en Londres.