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Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Homenaje
8 9 2005
Recordando a Saúl Yurkievich, por Héctor Loaiza
Vaya a saber las razones de la parca para segar la vida de un poeta en una carretera de Provenza. Poco importa si se durmió conduciendo su coche o fue el resultado de un desvanecimiento. Lo cierto es que ahora habrá un vacío, difícil de llenar, en la lista de los colaboradores de Resonancias.org. Ya no recibiremos más con interés sus textos ni sus poemas. Ya no oiré su voz de erudito por teléfono, a veces apagada por cierta timidez, como si mi llamado le hubiera arrancado de su universo. Ya no conversaremos con brevedad por teléfono (debido a este tiempo de la rapidez y de la inmediatez). Sólo me queda recordarlo con emoción y valorar el hecho de que —aparte de haber dejado una obra poética importante— divulgara con generosidad la literatura y la poesía latinoamericanas en Francia. En los artículos posteriores que salieron en los websites de Internet, se insistía más en el hecho de que Saúl Yurkievich era albacea de la obra inédita del que fuera su amigo, Julio Cortázar y custodio de la obra junto, a la ex-esposa, Aurora Bernádez. Yurkievich escribió la introducción, supervisó y organizó la edición de las Obras Completas de Cortázar por Galaxia Gutemberg de Madrid. No se puede reducir la importancia de Saúl Yurkievich en nuestras letras a esa relación privilegiada que mantuvo con Cortázar. Por eso, prefiero referirme a su obra poética, cito al gran poeta francés, Claude Esteban, en su introducción al poemario de Yurkievich traducido al francés “Résonances” (1): “Quizá haya sido necesario, antes que una línea consienta a posarse en la página, que las palabras entrechoquen en la boca y en el pensamiento, que hiervan, que fermenten, que sean dadas a conjunciones furiosas, tal como los átomos de Epicuro o las partículas de la papilla galáctica. Saúl Yurkievich no se contenta de asistir a este derrumbamiento de la materia verbal, la exaspera, provoca en ella con una especie de arrebato las explosiones y las fracturas, como si fueran más importantes antes que las escaldaduras de la lógica, las estructuras angulosas del concepto se derrumben se desmoronen para que de este montón de ruinas nazca una manera nueva de decir...” Recuerdo haber conocido a Saúl Yurkievich en París a principios de los años ochenta. Tenía que publicar un comentario en varios suplementos culturales de diarios latinoamericanos sobre uno de sus poemarios "Envers” (2). Ahora que el poeta ya no está entre nosotros, vuelvo a leer uno de sus poemas “Pastel de palabras” donde se nota desde el título la intención irónica, el arte poético reducido al arte culinario: Rompí en picado fino / desmenucé / desaté / esparcí / desparramé / pelé las cáscaras / quité corteza y costra / metí mano entre ramales / en la maraña / lavé las vísceras / cuidadosamente / enganché palabras frescas / aireadas a la intemperie / picantes y coloradas/ arremolinándolas / para sobrepasarlas / por aderezo… En una de nuestras conversaciones, le pregunté su opinión sobre César Vallejo, me respondió con una sonrisa: “¡Es un padre, como Borges!” Para él, ambos habían dado nacimiento a la literatura latinoamericana del siglo XX. ¡Qué visión magnánima de la literatura de nuestro tan variado continente! Evoco otro de sus poemas “Nueva York”, incluido en su libro “Rimbomba” (3) (que incluso me he permitido citar como epígrafe de un capítulo de una novela que ahora estoy dando los últimos toques): bocanadas de vaho caliente salen / de las alcantarillas / cargueros vacíos parten al Caribe / un guante yace en el asfalto / de un techo de basura asoma un girasol cenizo / alguien abandona un auto / en un mingitorio… La imagen de las “bocanadas de vaho caliente” es lo primero que llama la atención al visitante de la gran urbe en invierno. A causa de esas vaharadas, yo había visto a Nueva York como un gigantesco organismo viviente, con su complicado sistema de conductos y válvulas de escape... Lo perdí de vista durante largos años, se explicaba en parte por el hecho de que él viviera en París y yo en el suroeste de Francia. En 1999, volví a llamarlo para invitarle a colaborar con nuestra revista impresa en francés, Résonances, Yurkievich nos envió por correo su último poemario traducido al francés que acaba de publicar —cuyo título por aleatoria coincidencia, era “Résonances”. En su dedicatoria había escrito: “A la Résonance, mes Résonances para consonar, con la amistad de, Saúl Yurkievich.” Cuando por iniciativa del equipo que se encontraba en Buenos Aires, decidimos interrumpir la edición de la revista impresa en enero de 2001 y poner en línea nuestro website, Yurkievich nos alentó, enviándonos su primer texto, “En efecto, Julio”, sobre el autor de “Rayuela” y así siguió colaborando estos últimos años confiándonos sus poemas inéditos que el lector podrá leer ahora consultando el buscador. Que este texto sea el adelanto de un homenaje más completo y más exhaustivo sobre el desaparecido poeta, crítico literario y catedrático argentino que formó en París a varias generaciones de poetas, escritores y críticos latinoamericanos. (1) “Résonances”, edición en francés, Les Cahiers de Royaumont, Editions Créaphis, 1998. (2) “Envers”, edición bilingüe, español-francés, Editions Seghers, París, 1980. (3) “Rimbobamba”, Poesía Hiperión, Ediciones Peralta, Madrid, 1978.
acerca del autor
Héctor

Saúl Yurkievich nació en La Plata, Argentina (1931-2005). Poeta, prosista, ensayista, colaboró con numerosas publicaciones. Residió en París desde 1966. Practicó alternativamente la creación y la crítica literarias. Ambas actividades eran para él complementarias, caras de una misma moneda, dos tratamientos igualmente creativos de la palabra que imagina o dilucida mundos. Catedrático de la Universidad de París, enseñó en diversas universidades americanas y europeas. Publicó en francés y en español quince poemarios, entre los cuales, “Envers” (Seghers, 1980), “Embuscades” (Fourbis, 1996), “Résonances” (1998) y “Le simulacre des absents” (Fata Morgana, 2004) algunos de los cuales han sido traducidos a otros idiomas.