Las zonas urbanas han estado siempre presentes dentro de las artes visuales como áreas indisolublemente ligadas a la evolución del hombre. Con el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la técnica y el aumento demográfico de la población son cada vez más grandes, más pobladas y devienen zonas convulsivas, en transformación constante. La vida en ellas es condicionada por estas características y como consecuencia surgen nuevas expectativas, así como interrogantes y limitantes que afectan el entorno físico, humano, social, económico y político de sus habitantes. Los artistas han asimilado dicho contexto desde muy diversas perspectivas convirtiéndolo en uno de los ingredientes privilegiados del arte contemporáneo. No solo aprehenden las ciudades como espacio objetivo, sino principalmente como espacio percibido con la intención de interpretarlas, comprenderlas y analizarlas haciendo visible las complejas interconexiones de la dinámica de la cultura urbana. Por ello lo que es generado en una ciudad como resultado del intercambio entre sus individuos ha sido el punto de partida de la exposición “Almacén”. Los nueve artistas participantes de la muestra han abordado las materias que les han resultado susceptibles y meritorias de atención según su experiencia personal. Estas han sido interpretadas en algunos casos a través del uso de la metáfora o de forma directa, incisiva y transparente. Sus obras constituyen un llamado de atención, una reflexión o simplemente un intento de hacer visibles aquellas particularidades con las cuales se colisiona a diario. Un primer grupo de piezas se articulan bajo las reflexiones de tipo ideológicas relacionadas con los procesos de desarrollo natural e intelectual del ser humano dentro del medio urbano. Así, la maternidad y sus sacrificios se manifiestan como el tema eterno que es en la pieza de Niurka Iñurrieta (Cuba). La fotógrafa Vanesa Monokian (EE.UU.), presenta varios audiovisuales en los que cuestiona la valides de algunos métodos de educación inspirada en los interesantes personajes creados por un niño como respuesta a su incapacidad de aprender según los procedimientos tradicionales de enseñanza. El eje de las reflexiones de Natasha Duwin (Argentina) es la invisibilidad de la labor de la mujer en la sociedad; para manifestar su idea construye unas redes las cuales simulan las estructuras interiores de las edificaciones arquitectónicas: ambas son invisibles pero imprescindibles. Otra de las propuestas es la de Hugo Moro (Cuba) quien expone un trabajo relacionado con la necesidad de conservar y crear recuerdos como esencia de la construcción de la identidad del individuo. El segundo grupo de obras trabaja directamente con elementos físicos de la ciudad. De este modo Ruslán Hernández (Cuba) presenta el tema de la vivienda a través de varias fotografías y una instalación que consiste en la ejecución de una pequeña casa con materiales de desechos. Willson Peña (Cuba) cuestiona la efectividad del transporte público utilizando recursos formales que se acercan a la estética naïve. José Fernández (Cuba) aborda en grandes dimensiones físicas y con carácter lúdico la salubridad en las metrópolis. Los pequeños objetos cotidianos, aquellos que se tornan inadvertidos por su frecuencia y sencillez, son el medio con el cual se estructuran las esculturas de Jerome Fortín (Canadá). Finalmente, Jules Lusson (EE.UU.) reproduce superficies de calles y edificios como resultado de su meditación sobre la relación de la naturaleza con el espacio citadino. Algunas piezas están concebidas para situarse dentro de la galería y otras como intervenciones o instalaciones públicas efímeras. Estas últimas están colocadas en las áreas aledañas a la galería, en los jardines y una plaza pública congestionada: la parada de ómnibus. Formalmente tienen en común el uso de objetos como medio, como soporte, como fin. Estos han sido extraídos de su contexto original y reunificados de manera que se obtiene una nueva entidad con un significado otro a través de la técnica del ensamblaje. A su vez, estos representan a la propia urbe y es también una forma de acercarse al polémico asunto de la ecología en el cual resaltan tres aspectos fundamentales: los desperdicios, el reciclaje y su necesidad. El proyecto Almacén tiene el propósito de representar algunas cuestiones que emergen de las complicadas relaciones de los seres humanos, unificando el disfrute estético de las obras con las lecturas resultantes de las piezas que lían el contexto de la vida cotidiana con el de la práctica artística. Así de modo general, la interpretación peculiar de cada creador se aproxima a sus propias relaciones con la ciudad, como individualidad y como integrantes de una sociedad donde múltiples y disímiles actitudes tienen el espacio para manifestarse: porque un espacio urbano es un conjunto de muchas cosas, tan variadas y tan diversas como objetos dentro de un almacén.