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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
1 6 2006
Artista catalana y chilena, Roser Bru, regresa a Barcelona, por Cecilia Valdés Urrutia
"Tenía menos de diez años. Empezaba la guerra. No podíamos volver a Barcelona, por nuestra posición catalana. Ya había estado exiliada en Francia. Neruda estaba ocupándose en París de organizar el barco de refugiados para Chile; pero para llegar a París debíamos atravesar la frontera: lo hicimos por Perpignan y de ahí a Montpellier, donde unas familias que nos apoyaban nos dieron alojamiento. No fue fácil. Todo el mundo quería irse. Walter Benjamin (quien iba con parte de su grupo Munich) muere en uno de los pasos fronterizos, pues no lo dejan pasar por Francia: su angustia lo conduce a dejar esta vida. Nosotros, tuvimos la suerte de salvarnos porque Neruda hizo todo lo posible para nuestro paso y llegada al barco Winnipeg. Arribamos a Chile el mismo día en que estalló la guerra", recuerda Roser Bru. Con García Lorca Pero esta gran artista catalana y chilena nunca dejó de recordar su tierra: "Yo soñaba, en Chile, con mi tierra, con mi colegios en Barcelona y Madrid, donde hacía teatro García Lorca, donde acudía Bertrand Russel; en las calles del barrio gótico en Barcelona donde aprendíamos en terreno el arte románico, todo lo cual nutre mi arte". A los 18 años, logró regresar a Barcelona: "aunque no me daban la salida, porque firmaba en contra de Franco. Pero nada más, ya que mi posición no era política, sino que de defensa de lo catalán". Desde hace años, ya circula libremente por Europa, y se le reconoce como la primera artista en Chile que pudo lograr conciliar magistralmente la pintura con el arte informalista y la gráfica, al decir de críticos como Waldemar Sommer. Es también requerida por su trabajo de la cita a pintores y pinturas, como Velázquez y Goya. También habla en su obra de Kafka y Milena, de Virginia Woolf, César Vallejo, Miguel Hernández y otros poetas, pintores y escritores. Vuelve a su tierra —invitada por el gobierno de Cataluña, con todo el apoyo de la Dirac de Chile—. Inaugura el jueves una gran retrospectiva en el Palau Moja, en la Rampla de Barcelona. En esa muestra lleva parte de su vida, de la compleja biografía de sus personajes, y de profundos y bravos capítulos de la historia contemporánea reciente. A sus casi 84 años, con una vitalidad, alegría y jovialidad ejemplares, que la llevan a caminar kilómetros por la playa y a nadar en el mar de la V Región, e insistir en un arte que innova, nos reunimos en su taller en medio de su pinturas y libros, con esta protagonista de algunos de los capítulos más dramáticos del siglo XX, pero cuya fuerza y optimismo la caracterizan. —¿Cómo era su familia en Cataluña? "Mi padre era maestro de escuela, pero luego se interesó en la izquierda republicana, un partido muy catalanista. Ello lo vivió siempre muy intensamente, lo que nos costó el exilio. Cuando tenía un año tuvimos cinco años en un primer exilio, porque Primo de Rivera prohibió todo lo catalán. A los seis años, volvimos. Sin embargo, mi padre no era extremista, su posición política equivalía a los radicales de aquí. Defendía la cultura catalana sin desmerecer lo otro: imagínate cómo yo admiro y rindo homenaje en mi pintura a Goya, Velázquez, y a otros de la cultura española". Republicana —Su padre fue político... "Sí, fue diputado de la izquierda republicana. Recuerdo que conocí a Balmes cuando niño, es cuatro años menor que yo, porque eran familias de la izquierda. Habíamos estado en su pueblo, y él ya pintaba. Venía de una zona catalana de muchos impresionistas".. —Y en Barcelona, ¿usted también vivió persecusiones? "Sí, entré al primer colegio Montessori, que se hizo en catalán. Y me acuerdo que venía el inspector y nos decía: ¡todos al sótano! Yo estuve en eso hasta que llegó la República. En Madrid estudié luego en un colegio muy especial, donde García Lorca hacía teatro. Toda la gente de la diáspora llegó ahí. Se hacía teatro de Sófocles. Bertrand Russel fue Toda esa vida me fundamenta el conocer tanto a los poetas, a los escritores. Es la historia que llevo a la pintura". Vidas dolorosas —En el Palau Moja, entre las obras que va a exponer hay un tríptico sobre Robert Cappa. Me decía que es sobre la dualidad de la vida y la muerte, como su vida. Pero a pesar de ello, su arte sublima lo vivido. ¿Cómo ha sido ese proceso anterior a una pintura? "¡Pues ya lo decía Leonardo: la pintura es una cosa mental! La verdad es que todo es mental y sentimental también. Sin embargo, hay un elemento solidario en mi obra que no hay que olvidar. Todos los personajes que trato en mi pintura, por ejemplo, Kafka, Milena y Ana Frank, tienen vidas solitarias y dolorosas. Kafka escribió unas cartas a Milena, y ella cuando él ya está muerto lo prohíben los nazis; pero Milena (otro personaje protagónico de Roser) se pone una estrella de David y eso la conduce hacia los campos de concentración, donde muere". —Pero ¿cómo va procesando aquello tan real para llevarlo a la pintura "No eludo lo real: trabajo, incluso ,con hechos que han salido en los diarios. Sin embargo, si la obra es muy dogmática ya no es arte. En el caso de Kafka, leí antes todas sus cartas a Milena, el libro que escribió, y también sobre Milena en el campo de concentración. Ella tiene una carta maravillosa en la que dice que no estaba a la altura de él; que era una muchacha casi frívola a su lado..". —¿Qué gatilló específicamente esta serie? "La verdadera razón fue porque Pinochet dijo que iba a prohibir a Cortázar y a otros. Frente a lo cual me dije: esto ya lo hicieron antes en España. Así que para ejemplarizar hice esta exposición sobre Kafka y Milena". —¿Cómo empieza una tela "Es curioso: muchas veces trabajo a partir de la útima foto del personaje o desde alguna imagen suya muy significativa. La de Kafka la tengo aquí en mi taller. Con Miguel Hernández (otro de sus grandes personajes) es una foto tomada desde arriba en la cárcel donde muere. Parto, entonces, de esas fotos que fotocopio. Y las hay muy significativas, como la de Rimbaud: porque él hace casi toda sus poesía a los 17 años y después se pierde. Entonces, parto de una foto de esos años, cuando estaba su gran poesía, con esos ojos que tenía como desnivelados. Ellos pasan a ser como un pariente mío". —En su taller también está Walter Benjamin. "Sí, y la maleta perdida. Porque Walter Benjamin perdió la maleta con todos sus escritos, pero después la encontraron con todos sus documentos; algo casi increíble". —Usted es reconocida como la primera artista en Chile que mejor ha logrado la unión de la pintura, con el informalismo (gráfica, objetos), la abstración y la nueva figuración. ¿A qué lo atribuye? "Porque he aprendido de todos. Cuando fui a Barcelona en 1958, expuse en la Sala Gaspar donde exponía Miró, Picasso. Ahí conocí a Tapies, y él fue muy acogedor conmigo. Me contó que iba a exponer en Nueva York. Fue como encontrarme con el origen, ver la materia, el informalismo...". —Uno de los aspectos esenciales de su obra es que trabaja con la cita en el arte. Cita, al decir de la crítica, como nadie a Goya y a Velázquez. ¿Cómo partieron esas pinturas? "A Velázquez y a Goya los había visto muy poco en los museos. Todo lo fui conociendo aquí en libros, en la Biblioteca del Bellas Artes, que era muy buena, después se quemó. Ahí conocí a Goya, y a Piero della Francesca. Y me interesan muchos estos artistas que parten de una realidad y que son verdaderos cronistas de su época; algunos que lo hicieron de manera más directa, como es Goya. Pero a todos los cito de manera distinta. —¿Con Goya, por ejemplo? "Partí de la palabra 'nada', que tiene escrita en una obra. Y luego cito sus personajes visuales. A él le hago unas citas muy distintas, porque él ya intervenía mucho".Cita directa a Velázquez —Pero con Velázquez parte de sus mismos cuadros. "Sí, cito directamente su pintura. Velázquez es el gran pintor y es tan grande cómo pinta que lleva ahí la realidad. En "Las Meninas", cuando están pintando a esa niñita, hay otras niñas que la cuidan y además están los enanos. Y hay un cronista que pone a los que están afuera en un espejo... Pero toda la escena de Las Meninas pasa de la mitad para abajo, y hacia arriba no sucede nada. Yo tomo la mitad para abajo". —Otro personaje constante en usted es Frida Kahlo. "Sí, y es una persona bastante más compleja de como se la presenta; con un cuerpo cercenado de arriba a abajo. Se asocia a Diego Rivera, quien nos decía a los artistas de aquí, junto a Siqueiros: no hay que pintar más pintura del caballete, no existe más. Sin embargo, seguía pintando en México retratos de las señoras que le encargaban en ciudad de México. Nosotros decíamos cómo conciliar ambas cosas, y lo logramos". —Y con Frida, ¿cómo concilia la pintura con el informalismo? "En esas telas, Frida ya está dividida, cocida, y está con estas señalas de destinada ( recuadro). A veces la pongo con la sandía en triángulo, que simboliza sus obsesiones sobre la maternidad, y que se remonta a los egipcios". —Y entre las mujeres escritoras contemporáneas, ¿Virginia Woolf es una de sus predilectas? "Ella dice que uno necesita el cuarto propio: necesita espacio y libertad. Le rindo un homenaje. Y ella también fue una mujer angustiada por la guerra: con un destino trágico...". Las Meninas y otras "destinadas" —Roser, usted habla de "mujeres destinadas" que lleva a su pintura. "Sí, es crucial. A casi todas las mujeres que cito y llevo a mi obra las encuentro muy destinadas. Por so, a las meninas, por ejemplo, las coloco metidas en un tinglado de madera, que les oculta el cuerpo, que sería lo censurado, lo prohibido. A veces van escotadas por arriba, pero tapadas abajo. Porque el destino de ellas es increíble. "Mariana, madre de Margarita, tenía que casarse con Baltasar, pero como muere, ¡la casan con su suegro! Esa joven que siempre tuvo una cara tristísima y es feíta estaba destinada a su suegro. Yo tomo mucho en las citas ese asunto de destinado a un papel". —¿Y Margarita también es un personaje destinado? "Sí, y una de las pinturas sobre Margarita la acompaño con una frase del poeta Paul Celan: tu cabello dorado Margareta... La pinto más triste. A veces más bonita y a veces la pinto vieja: me adelanto a cómo sería, y la pinto con Velázquez, quien aparece detrás, y con la banderita de la España que va a hacer". —Otra de las obras es sobre Gabriela Mistral, sobre quien se le atribuye un trabajo único. "Sí, y partí de una foto cuando todavía era Lucila. Ella luchó contra su destino inicial, el haber nacido en ese pueblo en la montaña. Pero a ella también la encierro, lo hago siempre en un delantal blanco. Porque se le exigió que no viviera su cuerpo, sino que fuera maestra. Ella después desconfía de los otros que le dan este papel. Y llevo a Barcelona pinturas muy importantes, como 'La letra con sangre...': está ahí el delantal blanco, y ese círculo en las manos que marca su destino: el escribir". Roser grabadora y Nemesio En Barcelona aterrizan también los celebrados grabados de Roser Bru. Ella fue una de los cofundadores del Taller 99, con Nemesio Antúnez. Expondrá en el Palau algunos ya históricos y excepcionales. —¿Entiendo que lleva uno muy importante, que hizo directamente con Pablo Neruda? "Sí, va el libro '10 odas para 10 grabados'. Lo hice en 1958. Y Neruda tuvo que escribir tres odas más para estos grabados. —Usted fue cofundadora del Taller 99, y uno de los baluartes, y este año está de aniversario. "Sí, con Nemesio, que lo inventó. Pero éramos muy pocos al principio: Balmes, Dinora y llegó 'la Hormiguita'... El sistema de trabajo era muy conversado y solidario: uno le iba enseñando al otro. Él fue muy generoso: Nemesio trabajó con Hayter en Nueva York, e hizo ediciones de Miró, cuando no se hacían, y nos enseñó todo. Abrió muchos caminos". —¿Qué grabados lleva a Barcelona de su época con Nemesio? "Todos los de mis personajes: estarán Vallejo, Virginia Woolf, Kafka varias veces, Hernández, y, además, en cada uno van los textos del poeta". "Va también otro importante como 'Fatalidad de la corte de España', etc.".
acerca del autor
Cecilia Valdés

Roser Bru nació en Barcelona en 1923. Residió con sus padres en París. En Barcelona a partir de 1928, vivió siendo niña las experiencias de la República Española y la guerra civil. Tras la victoria de Franco, sus padres la llevan a Francia y después a Chile en 1939. En Santiago, estudia en la Escuela de Bellas Artes. Desde 1958, realiza exposiciones individuales en Santiago, Barcelona, Madrid, Ibiza, Ciudad de México, Buenos Aires y Río de Janeiro. Sus lienzos se encuentra en museos de Nueva York, Río de Janeiro, Berlín, Santiago y Barcelona.