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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Homenaje
5 5 2007
Desaparición de un gran poeta peruano, José Watanabe, por Héctor Loaiza
Su penúltimo poemario La Piedra alada (1) estuvo en 2005 durante un mes en el primer lugar de ventas en las librerías españolas según el suplemento Cultura de El Mundo de Madrid. Ante su desaparición, en el mismo diario se ha escrito : «Muere José Watanabe (…) uno de los poetas hispanoamericanos más destacados y que más han influido en las generaciones más jóvenes de Latinoamérica. De madre peruana y padre japonés, desde la aparición de sus primeros poemas, reunidos en el libro Album de familia (1971), se convirtió en una de las voces más valiosas y personales de la denominada generación del 70 peruana. Su segundo libro, El huso de la palabra (1989) fue elegido en una encuesta como el más importante de su década en Perú. En España, las editoriales Renacimiento y Pre-Textos pueden presumir de haberlo dado a conocer entre nuestros lectores…» «José Watanabe —ha escrito el poeta Marco Martos en el diario La República de Lima del 28/04/07— era un gran poeta, pude adivinar su camino desde la lectura de sus primeros versos, y cuando empezó a ser reconocido por otros me alegré íntimamente. Siempre confié en su opinión para juzgar los versos de otros: serena y aguda. He perdido a un amigo, uno de los dos o tres más cercanos que he tenido en toda mi vida". Los críticos y periodistas peruanos han señalado que Watanabe era depositario de una sabiduría entre rural y filosófica explicado en parte por sus orígenes, su padre era japonés y su madre peruana. Ese saber congénito estaba acompañado de una gran curiosidad por todos los temas. Su obra tan personal se inscribe dentro del marco de la poesía peruana muy diversa. Ya que los géneros cultivados por los poetas peruanos no tienen denominadores comunes, inspirándose en muchas fuentes como la poesía francesa, española, anglosajona, italiana y japonesa. Esa mezcla cultural, la oriental y la peruana, que convergía en José Watanabe ha hecho de éste un poeta que exprese su percepción del mundo con un estilo peculiar. Son permanentes sus referencias a la naturaleza, como hemos constatado en el poema «La oruga» —publicado en este mismo número—, en la cual su mirada contemplativa se focaliza en los aspectos diminutos de la naturaleza, en la metamorfosis de la oruga en volátil y la relación entre el elemento tierra y el aire. En «El lenguado» (del poemario Cosas del cuerpo), se pone al nivel de la visión de un pez, su relación con el mar y la arena, refiriéndose a la metamorfosis final: el pez terminará siendo arena o toda la arena. Sus reflexiones sobre el cuerpo en su relación con el mundo, la condición deleznable del hielo frente al sol y acaba escribiendo: «No se puede amar lo que tan rápido fuga». En el poema «La mantis religiosa» describe el acoplamiento de una Mantis y la manera cómo en pleno acto carnal, la mantis introduce en el macho a través de la lengua «una saliva caústica, un ácido…» que terminará con él. Al enunciar el paso irreversible del placer a la muerte, nos sugiere lo efímero de la vida y sus manifestaciones y la omnipresencia de la naturaleza a través de todas esas mutaciones. Para dar una idea de la trascendencia de su poesía, citamos el testimonio —publicado en el website de Radio Programas del Perú del 26/04/07— del poeta Hildebrando Pérez Grande, director de la Escuela de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos: "Si en las últimas décadas hay un poeta con una mirada diferente en el Perú, "un ojo distinto" (y ante esto Wata volvería a sonreír), ese es sin duda Watanabe. De la misma estirpe genial como nuestra pintora Tilsa Tsuchiya (2), Watanabe, más allá de estridencias al uso, más allá de hojarascas y ripios deleznables que a tantas obras artísticas deslucen, el poeta supo estructurar y levantar un sistema poético que le permitió diseñar un discurso inédito, muy poco común en nuestro medio: verbalizar su mirada del mundo, atendiendo las bondades alcanzadas de la poesía occidental sin descuidar ni postergar esa extraña mirada que poseía merced a sus raíces andinas, por parte de la madre y orientales, por parte de su padre. El discurso de Watanabe es ese feliz encuentro de culturas, de poéticas, de resonancias modernas y tradicionales, expresadas a través de una escritura rigurosa, una conciencia del lenguaje que da como resultado una poesía transparente, fina, delicada, profunda y trascendente. Una poesía que está atenta a las infinitas palpitaciones de lo humano y que quiere ser, por otro lado, un homenaje a la naturaleza, al cosmos…» El mismo Watanabe explica la influencia del género poético japonés de los Haikus en su obra poética a Claudia Paredes del website de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Valdivia (Chile) en marzo de 2005: «El Haiku es poesía tradicional japonesa del siglo XVI, conocida como la poesía del deleite y que es apreciada en muchas partes del mundo por la riqueza que encierra. Asimismo, su estructura es rígida porque está compuesta de tres versos, de los cuales el primero es de cinco sílabas, el segundo de siete y el tercero de cinco nuevamente. / Es una expresión que posee un fuerte peso en Perú, debido a que en este país existió una fuerte migración japonesa. En nuestro país tuvimos oleadas migratorias de japoneses muy grandes, nuestros padres ya traían un nivel de escolaridad equivalente a la primaria y por lo tanto ya conocían el Haiku. / "La particularidad de este tipo de poesía es que quizás es el poema más breve del mundo, pero a pesar de esa brevedad y de esa sencillez, es muy complejo. Existe una gran diferencia con la poesía llamémosla occidental, porque es una forma de escribir distinto, es decir el poeta ve un poema de modo global, no lo ve verso por verso, no ve percepción por percepción, no es un poema secuencial, es algo en que el poeta ve la totalidad del poema y lo único que le queda a él incluso es retirar su propio yo y transcribir todo del modo más exacto como vivió esa experiencia". Citemos su definición de la poesía en la entrevista que le hizo Carlos M. Sotomayor en su blog «Letra Capital»: «… Para mí la poesía es algo que aparece muy fugaz. Pero esa aparición fugaz es como si la naturaleza de alguna manera nos hablara. Y en ese instante es muy contundente y verdadero lo que nos dice. Es una verdad esencial, pero que desaparece como detrás de la niebla. El problema viene en cómo compartirla con un lector. Y obviamente viene el pleito con el lenguaje…” Y sobre su poética: “Corregir, corregir y corregir es acercarse cada vez más a esa verdad, a transmitir esa verdad que entreviste. Por eso es esa necesidad que tengo de hacer muchas correcciones. Porque en la primera versión te das cuenta de que no, que hay que pulir más. Claro, pero en este pulir no debe perderse la carga anímica, la carga emocional. Ese es el riesgo de corregir mucho…” Ese es pues el consejo formal póstumo que ha dado el gran poeta a las generaciones venideras para la creación de una obra trascendental como la suya. (1) Pre-Textos, Valencia, 2005. (2) Tilsa Tsuchiya (Lima, 1936), artista peruana de origen japonés. Muchos de los personajes de sus cuadros se inspiran en leyendas de pueblitos peruanos. Son seres metafísicos con una apariencia monstruosa, que representan la fertilidad y el amor más allá de lo físico.
acerca del autor
Héctor

José Watanabe nació en Laredo, Trujillo (norte del Perú) en 1946. Publicó su primer libro, “Album de familia” (1971). Su segundo, “El huso de la palabra” (1989) fue considerado por la crítica nacional como el poemario más importante de la década de los ochenta. En 1994, publicó “Historia natural”. Su obra poética se editó en Londres en 1997, con el título “Path through the canefields”. En 1999, apareció “Cosas del cuerpo”. En 2000, la Editorial Norma publicó la antología “El guardián del hielo”. Realizó una adaptación de “Antígona” de Sófocles, para el grupo teatral Yuyachkani. Trabajó también como guionista para largometrajes peruanos. Publicó “Antígona” (Lima, 2000, versión libre de la tragedia de Sófocles). “Habitó entre nosotros” (Lima, 2002). “Elogio del refrenamiento” (Rena-cimiento, Sevilla, 2003, antología). “Lo que queda” (Monte Ávila, Caracas, 2005, antología). “La piedra alada” (Pre-Textos, Valencia, 2005-Peisa, Lima, 2005). “Banderas detrás de la niebla” (Pre-Textos, Valencia, 2006-Peisa, Lima, 2006).