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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
23 3 2008
Mario Madrigal y sus desnudos más allá del desnudo, por Arnulfo Agüero
Sus “Adán y Eva”; sus amantes revelados en su clímax de solar americano; sus eros encendidos en el paraíso de las formas y el color, derramados más allá del clásico desnudo europeo; y eso solo es posible, dado que su arte ha dado un salto del desnudo decimonónico a la nueva arquitectura, su jardín regional. Así vemos que sus composiciones de paisajes volcánicos mesoamericanos, eruptivos, han sido más simplificados; con un color mas directo, encendido de rojos, naranjas, verdes y azules vivos, pero sin caer en los tonos planos y fríos. Estas nuevas formas de “desnudos latinos”, también van preñadas de placer y sensualidad insinuante, atrevida.

¿Es que acaso Eros, no está en todas las formas, siempre y cuando la pasión exista en la mente de los contrayentes de este ritual secreto y universal? Recordemos que Centroamérica, es una región pletórica de valles y colinas; volcanes eruptivos; selvas y arboles gigantes; mujeres y caballos; frutas tropicales; lagos y ríos que serpentean la geografía de la tierra y raza, sudando la pasión y el ciclo de la naturaleza tocada por los ardientes rayos solares, que llevan su energía para la fotosíntesis. Atmosfera y calor retomado por Madrigal.

Pues bien, eso es lo que retrata en cada obra con su color febril de trópicos, texturas intensas, misterio y misticismo de nuestras tierras firmes, este pintor atrapado, encantado en el reinado milenario del “Adán y Eva de las América”, habitantes en el eterno paraíso de los deseos y la creación de la natura: una Mesoamérica nuevamente imaginada y renovada en la contemporaneidad. ¿Acaso no es eso lo que constantemente busca la humanidad; el artista que se renueva como la semilla, para satisfacer sus ansias de soledad y numen; y así llenar sus vacios y encontrar, a como lo hace este maestro en la pintura, sus propias respuestas, acercándose así a su felicidad relativa, a su momento de arte por el arte: el desnudo mas allá del desnudo: su “Estatuaria de Mujer Fruta Paisaje” o viceversa: su fantástico y surreal cosmos, galería ebria de arraigo pasional y fecundo.

He tenido la suerte de seguir de cerca su arte, sus impresiones —desnudos femeninos y masculinos, paisajes, abstracciones, o bien sus sensuales frutas genitales, zapotes, anonas, guanábanas, aguacates, sandías— las que despliegan su realismo plástico, sus conceptos telúricos, volcánicos, lacustres, abstractos erotizados; tejidos pincelada a pincelada con el rito del ardor y culto de la exaltación de Venus y la Madre natura.

De las influencias e independencia del estilo

De Madrigal-Arcia se ha dicho que goza de mucha influencia y reconocimiento por la renovación de su arte siempre increscendo; tanto en Nicaragua como en Costa Rica; su tendencia al realismo fantástico regional, ha siendo venido alimentando de las influencias de los desnudos, bodegones y paisajes del maestro granadino Armando Morales; del pintor del arte neoclásico y figurativo Alberto Ycaza, hace unos años atrás fallecido; y de las atmosferas figurativas volcánicas del pintor del grupo Praxis (1963), el isleño Arnoldo Guillén. Todos nicaragüenses forjados en la contemporaneidad de los años mediados del siglo pasado, el XX.

Para la especialista en arte latinoamericano, la doctora Carol Damían, “las frutas tropicales del Caribe son transformadas por el pincel mágico de Mario René Madrigal-Arcia en objetos seductores de significado universal”. Así utiliza la naturaleza aparentemente ordinaria y reconocible para una exploración visual y formal de sus pinturas en lienzo, agrega.

En tanto para la historiadora de arte centroamericano, la española María Dolores Torres, las pinturas de Madrigal-Arcia expresan “un culto a fertilidad y establece una relación sugestiva entre la mujer, paisaje y fruta”. Así he apreciado sus desnudos y objetos monumentales, poéticos y simbolistas; sus caballos unicornios, sus perros —ambos símbolos pintados en rojos, azules y verdes—; sus camas vacías o enlazadas de parejas amantes; sus volcanes en erupciones y serpientes enroscadas entre las piernas y pechos; sus vulvas-frutas en tierra o sobre pedestales… Toda esta galería (pintada o tratada en grabados) a lo largo de estas dos décadas desfilan con sus trajes pletóricos de fantasía y aires de surrealismo.

En el texto Simbología de las frutas-objetos, de la historiadora de arte y colaboradora de Art Nexus, Dermis P. León, esta comenta que “las frutas tropicales nunca han dejado de ser tema en la pintura americana o cuando menos aparecer dentro del conjunto evocando nuestro paisaje”.

Y continúa diciendo que este pintor ha creado un mundo donde ellas (sus pinturas) son su tema esencial, su imaginaria escenográfica, su pretexto como lo fue el paisaje pasa Cezanne. Asimismo añade que “La fruta trasciende el mero hecho de ser un significante para existir en ella misma como estructura, objeto, tótem, escultura o conjuntos de sugerentes formaciones geológicas”.

Estas valoraciones por igual pueden ser aplicadas a su ultima pintura: “Metate para Dalí”, obra abstracta-figurativa presente junto a cien obras de arte de pintores de los cinco continentes en la Primer Exposición Internacional Dolmen de Dalí, recién inaugurada en Madrid en dos salas de arte, la del Museo Casa de la Moneda, y el Hotel Convención.

Respecto a esta sensual obra abstracta-figurativa, acrílica, del pintor Madrigal —“Metate para Dalí” que es parte de la serie metates—, el crítico español Joan Lluís Montané comenta que su alegórica obra artística contenida en un elipsis simple conlleva una gran fuerza interior; asimismo se aprecia su intensidad cromática, inmersa dentro de los parámetros de la elegancia y la belleza del arte contemporáneo latinoamericano más reciente.