Jueves 25 | April de 2024
Director: Héctor Loaiza
7.250.578 Visitas
Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
resonancias.org logo
157
Arte
23 8 2008
Ometepe, paraíso entre dos volcanes, por Arnulfo Agüero
Desde la Isla de Ometepe (Nicaragua)

Si hay un paraíso perdido en el continente americano, con dos volcanes, los que en su tiempo fueron los templos sagrados de los macro-chibchas del Sur, y de los nahuas y chorotegas, y revelada a los nicaraos como “la tierra prometida”, esa es la paradisiaca Isla de Ometepe. “La isla más grande del mundo en un Mar Dulce”.

Este Oasis de paz, para nacionales y extranjeros que vienen huyendo del calentamiento global, que buscan el amor y la paz con la naturaleza y consigo mismo, hoy se ha convertido en un refugio del encanto que compite internacionalmente en la Red con otras maravillas naturales del mundo.

Su nombre viene de la lengua náhuatl de Ometepetl: ome, dos, y tepetl, cerro: Dos Grandes Cerros. La que también tiene conexión cosmológica y ritual con la cultura azteca mexicana a través de su deidad suprema Ometecuthli, en lengua náhuatl 'señor dual', por encima de las divinidades de Tezcatlipoca, gran espíritu del mundo, y su rival Quetzalcóatl, los que dejaron su huella cultural.

Según una leyenda recogida en las crónicas de viajes de Juan de Torquemada (Los Veintiún libros rituales y Monarquía… Siglo XVI), esta “tierra prometida de dos volcanes rodeados de agua dulce”, fue revelada a los sacerdotes alfaquíes (chamanes) quienes guiaron a los nahuas provenientes de Soconusco, que venían huyendo de los Olmecas, y se establecieron en Ometepe.

Otra leyenda, la de la Princesa Ometepelt, “revela” el origen de esta isla: Se dice que esta bella indígena era hija de un cacique, y se enamoró de Nagrando, también hijo de otro cacique rival, los que se opusieron al noviazgo. Entonces los jóvenes ante este drama de amor y pasión, se cortaron los pulsos, naciendo así los dos volcanes de Ometepe, que son los pechos de la joven, y el volcán de Zapatera, el del joven; también se formó el lago Cocibloca de la sangre derramada.

Ometepe con un clima tropical seco y húmedo cuenta con una extensión territorial de 276 km cuadrados, y está localizada en el centro del lago Cocibolca. En ella se encuentran dos majestuosos e imponentes volcanes: Concepción y Maderas (Meyateyte y Omeyatecigoat), de 1610 metros de altura el primero, y de 1394 metros el segundo, que además tiene su cráter una laguna. Estos dos colosos cónicos son pertenecientes a la cordillera de los Marrabios y a la Cadena de Fuego del Pacifico. Sus zonas elevadas están cubiertas de densos bosques, santuario de una fauna de varias especies, sobresaliendo los monos y loros, los que han sido representados por los nativos en sus petroglifos precolombinos.

Políticamente está dividida en dos municipios, en el norte: Moyogalpa, con 18 mil habitantes, una buena parte devotos de Santa Ana (sustituida por los misioneros franciscanos, por Xochiltquetzal, diosa del amor y la ternura); y por Altagracia, con 24 mil habitantes, que rezan a San Diego de Alcalá (sustituido por la deidad indígena de Teolt. Es interesante ver, que a pesar de la conquista española, en la zona sur, las comarcas de Balgue y Mérida, entre otras aún conservan sus nombres en náhuatl; y sus habitantes de facciones indígenas se sienten orgullosos de su soterrada cultura nativa que pervive con la europea y norteamericana.

Cabe recordar que hace varios atrás, quisieron trasladar al museo Louvre de Paris, la escultura del Águila (símbolo de sus heroicos ancestros guerreros), los que opusieron resistencia, quedando esta pieza indígena, en los atrios de la antigua iglesia de Altagracia.

Para Rigoberto Navarro Genie (doctorado en arqueología en la Sorbona, Paris), en esta región de Rivas, se asentaron tribus como los Kiribisis, chorotegas, nahoas y nicaraos, con culturas comunes culturas del barro y la piedra, dejando sus huellas desde hace 4000 años. Por lo que este refugio natural, también es llamado la ”Isla de los Círculos y Espirales”, por encontrarse ambas figuras geométricas grabadas sobre rocas e ídolos.

Así podemos apreciar sus petroglifos y estelas, junto a sus monumentales estatuarias y urnas funerarias; sus cerámicas monocromas y policromas; sus artesanías textiles, de conchas y plumas; sus leyendas orales y su gastronomía del maíz, logrando sumar en su memoria la riqueza histórica, artística, cultural y patrimonial, la que puede ser vista en parte en sus museos, tres de ellos de arqueología, uno de numismática y otro de pintura naif.

A inicios del siglo XVI, llegaron las primeras expediciones de españoles buscando la desembocadura del lago hacia el rio San Juan; arribando a sus costas Martin de Estete, Diego Machuca, Alonso Calero y Gabriel de Rojas, así como misiones de frailes franciscanos.

Según informe del Fray Morel de Santa Cruz, quien visitó Ometepe entre 1751-1952, cuenta que en esta isla, habían varios pueblos indios, y que los habitantes, unos 800 ladinos estaban en Moyogalpa.

Estos nativos eran adoctrinados por franciscanos, gobernados por un cacique, dos alcaldes y cuatro regidores. Y había una compañía de indios flecheros, y juez para los ladinos. Y que sus celebraciones religiosas eran a la Purísima Concepción, (Xochipilli) San Antonio, Santa Ana y San Diego de Alcalá, entre otros, para las distintas comarcas. Mucha de esta documentación fue lamentablemente quemada un aciago 19 de julio de 1979, “cuando gente enardecida por el triunfo de la Revolución quemaba cajones de documentos en los patios del comando de Altagracia”, recuerda el director del museo e historiador de Ometepe, Manuel Hamilton Silva.

Este historiador nativo, autor de los libros Ometepe Su historia, Mitos y Leyendas; y Ometepe en el siglo XXI, afirma que esta isla también fue sitio de muchos panteones aborígenes y caseros, ya que tenían la costumbre de enterrar a sus deudos en los patios de sus “malocas”, luego en los contornos de sus aldeas; esta cultura parece continuar hoy en día perviviendo 14 cementerios en las comarcas y municipios de esta pequeña isla volcánica.

Por lo que existe una versión que ha venido siendo transmitida de generación en generación que cuenta que en esta isla se encuentran, aún en un lugar no identificado, los restos del legendario cacique Nicarao.

Por lo que solo nos resta decir que toda esta isla paradisiaca y sagrada isla de Ometepe, ha sido y sigue siendo, cuna y panteón de indígenas y mestizos; templo de volcanes con deidades ancestrales; paraíso terrenal y memoria cultural, precolombina y colonial; por que bien podría ser declarada “Patrimonio histórico y vivo de la humanidad”.
acerca del autor
Arnulfo

Arnulfo Agüero, Managua, Nicaragua. Periodista, ensayista, poeta e investigador de arte nicaragüense. Dos años de estudios de periodismo en la UNAN-Managua, "Escuela Ricardo Morales Aviléz". Ha publicado en los dos principales periódicos de su país: La Prensa, y El Nuevo Diario. Actualmente escribe para La Prensa Literaria, y es colaborador de las revistas virtuales: 400 Elefantes, Resonancias, Enfocarte, entre otras.