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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
1 9 2009
Ernesto Morales y la ciudad del arte por Víctor G. Fernández

Pero existe “otro” arte, que intenta asumir un desafío simple y titánico: el profundo compromiso con el espíritu de una época, sin renunciar a la trascendencia.

Existen entonces “otros” artistas; aquellos que, apartándose de lo que ciertos establishments del campo cultural determinan como políticamente correcto, se aventuran a profundidades conceptuales y sensibles; investigan, cuestionan y comunican; develan, ocultan y testimonian. Entonces, dueños de una auténtica libertad creativa, nos permiten reeditar experiencias estéticas significativas.

A esta raza de artistas pertenece Ernesto Morales. La múltiple obra de Morales nos deja ver a un artista comprometido con su tiempo y su historia y que, como resultado de un amplísimo y profundo universo de intereses, es capaz de expresarse con igual eficacia en disciplinas y lenguajes tan cercanos, pero tan diversos en sus especificidades como la pintura y el video- arte. Al mismo tiempo, ha trabajando también en relevantes proyectos curatoriales, de docencia artística y de gestión cultural, que han tenido gran relevancia en Argentina y en Italia, su actual residencia.

Algo de aquel Homo universalis, ideal acuñado por la cultura renacentista, trasunta la prolífica y multifacética personalidad artística de Ernesto, y sus obras representan un hálito actualizado de aquel ideal, especialmente en su producción pictórica de los últimos años, cuando las ciudades que son su tema recurrente, evocan con intensidad aquellas figuraciones renacentistas de la “Cittá Ideale”.

Idealización de un espacio urbano cargado de complejos simbolismos, las Ciudades Ideales fueron representadas no solo en pinturas, sino que poblaron sueños literarios (recordemos la célebre Utopía de Tomás Moro, la Ciudad del Sol de Tomaso Campanella, o la Nueva Atlántida, de Francis Bacon).

No faltaron proyectos urbanísticos que intentaran llevar a la realidad aquellos ideales (Sforzinda, Palmanuova…), y la sucesiva fundación de ciudades en América luego de su conquista, que ofreció a los europeos renovadas posibilidades de experimentar en el mismo sentido.

Y resulta significativo que, quien nos promueve con sus actuales obras estas reflexiones, sea precisamente Ernesto Morales; un artista profundamente americano, intensamente comprometido con los atávicos interrogantes acerca de identidad cultural inherentes a un continente joven, cuya cultura artística hunde su doble raíz en lo aborigen y en la tradición europea.

“Se pinta como se vive”, he dicho alguna vez, y así es como la obra de Morales resulta indisolublemente ligada a su historia. Eludiendo interpretaciones antojadizas, no podemos soslayar los vínculos evidentes entre producciones y circunstancias biográficas recientes de un artista que ha establecido un intenso y creativo vínculo entre el Río de la Plata de sus orígenes y la italiana residencia que actualmente ha adoptado.

Tal vez comprendiendo lo antedicho, es que podemos acercarnos con mayor profundidad a las preocupaciones permanentes en su producción artística; como omnipresente hilo conductor, los videos y pinturas de Ernesto promueven la reflexión acerca de cuestiones como identidad, migraciones, o espacios de pertenencia.

“El arte sucede”, diría Whistler, y es así, simplemente, como las ciudades que Ernesto pinta no constituyen representaciones, sino apariciones.

Con mucho de fantasmagorías pero también con bastante de verismo, los espacios y arquitecturas que habitan sus cuadros, nos remiten a un ambiente profundamente extraño, y al mismo tiempo entrañablemente familiar.

Acaso la condición de Morales, (habitante simultáneo de varios mundos) sea lo que en última instancia se cristaliza en aquellas ciudades que oscilan entre la ficción y lo reconocible, entre el sueño y la vigilia… entre Italia y Buenos Aires.

La híbrida condición de estos espacios, en los que la diversidad acaba configurando urbes inéditas que sin embargo sentimos como propias, no proviene solo de la ocasional inclusión de elementos emblemáticos de ciudades que nos son familiares (obelisco o puentes porteños, arcos o torres romanas…), sino de un tratamiento espacial que de inmediato nos involucra. Las perspectivas de calles que se pierden en horizontes indiscernibles; volúmenes sólidos y a la vez etéreos que establecen entre sí diálogos y contrapuntos de elegante plasticidad; siluetas que evocan perfiles de ciudades en contraluz, y resultan en ritmos compositivos eficazmente articulados.

Una paleta que aparenta reducirse a elementos mínimos, nos invita a descubrir riqueza tonal y sutiles variaciones dentro de una misma gama, al tiempo que un equilibrio entre formas abiertas y contornos netos, inundan las obras de una atmósfera sugerente con algo de misterioso, con mucho de melancólico.

Quizá, lo que Ernesto Morales nos haya revelado, sea la forma renovada de la ciudad como uno de los símbolos arquetípicos más antiguos que la humanidad conoce.

El centro originario de las ciudades venía generalmente asociado con “ejes del mundo”, núcleos de confluencia entre cielo, tierra e infierno, donde el devenir propio de la condición humana recobraba atemporalidad y trascendencia.

Las ciudades han sido celestiales, terrenas o infernales; las ha habido sagradas y malditas; han tenido nombres oficiales y secretos. Asociadas con la figura femenina, las ciudades nunca conquistadas han sido “vírgenes”, y las que corrieron otra suerte, “hijas”.

Fueron identidad más que residencia, y son aún el espacio desde el cual nos relacionamos con el universo. Y todas ellas al mismo tiempo, suelen dejarse ver cuando nos detenemos lo suficiente en cada pintura de Ernesto.

Víctor G. Fernández
Curador del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires “B. Quinquela Martin”

 

acerca del autor
Ernesto

Ernesto Morales (1974) artista argentino, vive y trabaja desde el 2006 en Roma, Italia. Ha realizado numerosas exposiciones en espacios publicos y privados siendo las ultimas individuales más relevantes: Galeria Il Sole Arte contemporanea (2008, Roma), Palazzo Fiume e Fossi (2008, Pisa), Pica Gallery (2008, Napoli), Dozgallery (2008,Milano), Museo de Bellas Artes Quinquela Martin (2009, Buenos Aires). Realiza además conferencias y seminarios en diversas universidades sobre arte contemporáneo y migraciones que es el tema central de su obra.